Peluquería de Caballeros Sonia Bustos

Los Cirujanos y los Barberos


–Cuando ponerse enfermo era una aventura.–
Quizás ahora no se prodigan demasiado gracias a las franquicias, pero se siguen manteniendo en algunas barberías  de barrios, incluso  en algunos lugares se ha vuelto a la tradición de instalar en las fachadas de algunas peluquerías unos coloridos postes con una curiosa tradición
Hace unos cuantos siglos, a finales del siglo XIII, existía una peculiar profesión que era la de cirujano- barbero, cuya labor era de lo más dispar,   igual cortaban la barba y el pelo que hacían sangrías, extraían muelas o blanqueaban los dientes con aguafuerte,
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Este oficio surgió por las disputas de los gremios de cirujanos y barberos, ya que los primeros eran gente con estudios, pero además de cobrar más, los barberos eran más solicitados por la diversidad de servicios que prestaban, y muchos contaban con la confianza de nobles a los que prestaban sus servicios y que no creían demasiado en la medicina de aquella época.
Algunos de estos barberos se dejaban aconsejar o incluso estaban acompañados en su aprendizaje por un cirujano, pero la mayoría tomó el oficio heredado de sus padres,  que a su vez tampoco tenían demasiados conocimientos lo cual, en la mayoría de los casos acababa en desastre y era peor el remedio que la enfermedad. Por ejemplo, en esta época los cirujanos-barberos solían remediar un dolor de cabeza con una trepanación, pues pensaban que cortar un trozo de cráneo aliviaba la presión sobre el cerebro, causante del dolor de cabeza e incluso curaba la locura,. Imaginaros el riesgo de tener migrañas en la época
En la primavera era común que la gente acudiera a hacerse una sangría, pues se creía que sacando el exceso de sangre, se equilibraban los humores del cuerpo y se era más resistente ante las enfermedades. Millones de sanguijuelas eran usadas para este fin, pero la mayoría usaba un método más drástico.
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Se sumergía el brazo del paciente en agua caliente para que las venas resaltaran y poderlas ver mejor, luego el paciente se agarraba con fuerza a un poste donde las venas se hinchaban y el barbero hacía una incisión en la vena elegida (cada una era asociada a un órgano) para que la sangre brotara y cayera en un recipiente, que hacía las veces de medidor de la cantidad de sangre extraída,  llamado sangradera.
Cuando los cirujanos-barberos que tenían prestigio y no eran ambulantes se establecían en un local, adoptaron como símbolo para colocar en sus puertas y que la gente los reconociera, un cartel con una mano levantada de la que chorreaba sangre que caía a la sangradera.
Como las manchas de sangre del poste no daban buen rollo a los clientes, el poste se pintó por completo de rojo y en él se ataban trozos de venda blancas. Entonces el gremio decidió cambiar el reclamo de sus fachadas, y en lugar de la mano chorreando sangre, colocaron el poste blanco y rojo que era más discreto para señalizar su establecimiento.
A finales del siglo XIX,  en la mayoría de ciudades, la presión de los cirujanos consiguió que los barberos lograran por separado un gremio independiente, y a pesar de ello conservaron el famoso poste que hoy en día seguimos viendo en muchas barberías y alguna peluquería que esta rescatando este símbolo.
Algunos de estos postes incluyen el color azul,  introducido por los franceses y posteriormente por los americanos para resaltar los colores de su bandera.