Peluquería de Caballeros Sonia Bustos

Soy Adicta "Colgada Por La Peluquería"

Los peluqueros somos un poco locos, apasionados, obsesivos, arriesgados, con ganas de vivir, sin miedo al fracaso. Vamos, que el perfil de un peluquero/a se sale de la media, somos carne alimentada de trabajo, experiencias, éxitos, fracasos, sudor, desgaste, alegrías, toda una montaña rusa. Hay una droga esencial en la peluquería, se llama amor por tu profesión, cuando estás enfermo/a y sufres por no poder ir a trabajar, cuando te vas de vacaciones y pasados 10 días, estás deseando volver al salón, cuando no paras de pensar en ello, en lo que hace falta, en lo que hay que corregir, en lo que hay que eliminar, en lo que quieres incorporar, ojeas una revista y lo transformas en enfoque para el salón, ves una película y te imaginas haciendo esos cortes mañana, sales de viaje y te encanta sentarte en una terraza a ver pasar la gente y analizar looks, estilismos, colores, peinados, cortes de pelo. Todo dicho así parece enfermizo, pero es real, los que estamos enganchados a la peluquería, lo focalizamos todo en desarrollo profesional, todo es analizable, sintetizable, transportable y aplicable en el salón. 

¿Qué es esto? ¿Adepto? ¿Adicto?
No hay límites, tienes una sensación de proyectar todo hacia lo que amas, lo que hace sentirte realizado, pero no nos equivoquemos, esto no tendría tanto sentido sin las personas que nos rodean, parejas, hijos, familia, amigos, clientes, todo este conjunto se convierte en pura adicción hacia unos sueños que puedes manipular, manejar, moldear y llegar a conseguir; ése es el momento en el que caemos rendidos en el sofá, exhaustos de tanta droga, pero al día siguiente necesito más. ¿Qué pasa? ¿Necesito cura? ¿Es normal?
Las personas que sentimos pasión por lo que hacemos, que está muy bien, solemos tener problemas con nuestro entorno que muchas veces no puede comprender tanta dependencia, en ciertos momentos enfermiza, cuando nuestras parejas sobre todo nos entienden y apoyan, todo parece flotar en una nube de felicidad, ilusión, estado limbo y placentero. De vez en cuando necesitamos un guantazo para despertar de nuestro mundo imaginario de felicidad, ¿Antirealismo? y cuelgue absoluto. Es difícil poder desengancharte de rutinas, formas, rituales, sistemas de desarrollo placentero profesional. Sin darte cuenta pasan los años, y cada vez tienes menos tiempo para tus hobbies, tus otras cosas que te gustaban con 25 años y que ya has olvidado ¿Esto es así? Vamos abandonando unos sueños por otros. ¿Dónde está el punto medio? Simplemente somos humanos, el corazón manda, nos dejamos llevar por sentimientos, experiencias, sensaciones, pero no nos equivoquemos, nos gusta ir a más, cada vez la dosis debe de ser mayor, nos ponemos a prueba constantemente. ¿Dónde están los limites? ¿Se pierden? ¿Dónde quedaron los objetivos de hace 10 años, se parecen en algo a los objetivos de 2015?  Esto es una montaña rusa de donde no podemos bajarnos, nos encanta la velocidad, quiero sentir conquillitas en el estómago, me pone ir a más. ¿Quién dice que esto no es una droga? Todos necesitamos de alguna droga que nos haga sentir bien, estar felices con nosotros mismos sobre todo y con nuestro entorno.
La peluquería es una profesión que cuando te engancha, te gusta , te hace sentir, te evade, te transporta a otros niveles de placer, eso quiere decir que estás pillado, y es difícil dejarlo, no se si llegará ese momento algún día, espero que tarde mucho, porque yo siento que me hace vibrar, estar bien, no enfermar, disfrutar, aprender, avanzar, admirar, sentir, experimentar, equivocarme, caerme, levantarme, llorar, reír, estar enfadado, estar súper happy, ponerme la piel de gallina y los pelos como escarpias.